Los días pasan y la infancia cada vez queda mas lejos. Si es verdad que siempre queda un poquito de ella, pero esa parte de infancia ¿cuando la usamos?
Ahora viene una parte complicada, al menos para mi. En solo tres semanas volveré a preocuparme por la rutina, pero una rutina que me comprometerá en el futuro : el estudio. Todos deseamos crecer, yo incluso. Me encanta salir, coger el metro, el autobús, me encantan las fiestas de mi pueblo, me encanta cogerme la bici y pasear por todos los pueblos de alrededor, me encanta, comprar, hablar por teléfono, coger el ordenador, me entretengo pensando en que me voy a poner, me gusta ir al cine a ver una película para mayores de una edad. Sí me encanta hacer todo eso, pero ¿donde queda la infancia?
Esa etapa donde no nos importa que ponernos, no nos importa si tenemos ojeras o no, no nos importa mancharnos, es mas buscamos ponernos perdidos, parece ser que cuanto mas manchado acabes mejor te lo has pasado. Me gustaba irme a la cama, que me contarán un cuento o intentar leerlo yo, dormir con lo peluches pensando que ellos me protegerían de los monstruos, de los dragones o de brujas que querían llevarme a su castillo malvado. Me encantaba jugar al escondite, al pilla pilla, a tulipán, al bote, al rescate, al gato y el ratón, me gustaba jugar a las mamás y papás, a profes. Me gustaba usar cartones como ordenadores, imitar a los mayores con su movil. No me enfadaba porque aquella de allí le diese un beso a aquel de allá, no me importaban los chicos, no quería novio, no quería compromisos, conmigo misma y mis peluches me bastaba. Me gustaba maquillarme, aunque no supiese y teminase con la cara como un payaso, me gustaba coger los bolsos de mi madre y sus zapatos de tacón. Me creía mayor.
Y ahora observo todas las tardes a un monton de niños en el parque, me encanta estar senta y que me digas, Lidia, ¿quieres jugar? Me gusta jugar con ellos, me encanta sentirme una mas, volver a esa etapa por unos minutos.
A veces me gustaría ser como Peter Pan, ser niño toda la vida.